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De la autovía a Bilbao al tren a Madrid
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De la autovía a Bilbao al tren a Madrid

El Puerto de Santander prevé una inversión de 30 millones en el nuevo dique de Raos

DM .

Martes, 10 de enero 2017, 18:19

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Las comunicaciones han sido una obsesión para Cantabria desde hace décadas. Las carreteras y, sobre todo, el tren se han convertido en una suerte de mantra reivindicativo cada vez que un dirigente de la región pisaba Madrid. Y todo apunta a que en 2017, por fin, se empezarán a ver las primeras señales de los compromisos del Estado sobre el terreno.

El tren a Madrid ya no será un AVE, pero la comunidad necesita urgentemente una línea ferroviaria moderna y al mismo nivel que las conexiones del resto de territorios del norte con la capital. No se trata sólo de reducir el tiempo de desplazamiento un puñado de minutos para no sobrepasar las tres horas. Estamos hablando de seguridad y de capacidad para competir.

El nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se ha comprometido a que en este nuevo año veremos ya licitadas las obras de mejora en la primera fase del recorrido, el tramo entre Santander y Torrelavega. Un proyecto que contempla numerosas modificaciones en las estaciones que se pueden encontrar a lo largo de los 29,5 kilómetros de la línea. El apeadero de Nueva Montaña, por ejemplo, sufrirá una gran transformación, ya que está previsto demoler parte del andén actual para alargarlo. Además, se construirá una nueva zona de espera y una pasarela elevada, se instalarán dos ascensores y también se adaptará la escalera de entrada para conseguir hacerla más accesible.

Esta mejora de la red ferroviaria será una baza esencial para el futuro inmediato del Puerto de Santander, acorralado ahora entre otros dos grandes, el de Bilbao y Gijón, que han recibido multimillonarias inversiones en los últimos años. Muy limitado en su capacidad para mover grandes masas de mercancías, el Puerto, que genera en estos momentos un 6% del PIB autonómico y un 5% del empleo de la región, será capaz de disputarle contratos de tú a tú a sus rivales, impulsado también por su plan estratégico. Este nuevo año deberá de comenzar la construcción de un dique en el muelle 9 de Raos, una inversión de casi 30 millones de euros pensada para incrementar el tráfico Ro-Ro (embarcaciones que transportan automóviles y camiones) y posicionarse en el mercado europeo de contenedores, una histórica asignatura pendiente de la comunidad.

Potenciar un eje Santander-Bilbao

La inevitable apuesta por potenciar un eje Santander-Bilbao, tanto económico como turístico y cultural, necesita una inmediata mejora de las conexiones entre la capital cántabra y la vizcaína. Fomento también se ha puesto manos a la obra para solventar los atascos que se producen en la autovía A-8 de forma casi permanente. Este año deben darse pasos importantes en la tramitación de un tercer carril desde Laredo hasta la frontera de la comunidad. Al menos, terminar el proyecto para que la ampliación de la carretera sea una realidad en esta legislatura.

Esta exigencia de Cantabria y el País Vasco al Estado no fue la única en la que Miguel Ángel Revilla y Urkullu decidieron hacer frente común cuando el lehendakari visitó Peña Herbosa el año pasado. «El tren con Bilbao es la mejor empresa que podemos montar aquí. En 35 minutos estarían aquí los vascos para dejar dinero en la hostelería. Sería la bomba», dijo en aquel momento el presidente regional.

Ese tren de altas prestaciones que comunique Santander con Bilbao en 40 minutos todavía no tiene fecha ni presupuesto. En 2017 será obligado que tanto Revilla como Urkullu defiendan con fuerza en Madrid este necesario proyecto. Ahora mismo, el viaje de 119 kilómetros entre Santander y Bilbao dura casi tres horas. Algo inasumible si realmente el objetivo es hacer de puente para unir todo el frente cantábrico con Europa llegando desde Ferrol hasta Francia y el corredor del Mediterráneo.

Uno de los mayores retos del Gobierno de Cantabria en materia de infraestructuras se encuentra en Laredo. Más de 80 millones de euros de inversión bloqueados en un puerto fantasma que, de momento, no ha producido más retorno que un conflicto judicial con la anterior empresa adjudicataria y un agrio debate parlamentario. Seis años después de su inauguración, la mayoría de sus 859 atraques siguen desiertos. Es cierto que en 2016 se han dado los primeros pasos para revertir la situación, pero no puede pasar un año más sin concretarse una solución definitiva que, parece, pasa por externalizar de nuevo su gestión.

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