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El exconsejero socialista Ángel Agudo, junto al campo del Racing, tras conocer el auto que archiva el caso de compra-venta del club.
"He sufrido insultos y amenazas por la calle, la presunción de inocencia ya no existe"

"He sufrido insultos y amenazas por la calle, la presunción de inocencia ya no existe"

"El PP ha manipulado todos los poderes de la democracia y ha intentado aniquilar la vida política de sus adversarios y amedrentar a los funcionarios"

Gonzalo Sellers

Sábado, 21 de enero 2017, 07:52

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La cita con Ángel Agudo (Torrelavega, 1953) es en las taquillas del Racing. Más simbolismo imposible para un político que ha vivido los últimos cuatro años marcado por la operación de compra-venta del club. Primero con una comisión de investigación en el Parlamento y, después, con tres años de peregrinaje por los tribunales. Ya con el caso archivado y libre de imputación, el exconsejero de Economía y actual presidente del PSOE cántabro carga contra PP y Podemos mientras pide una reflexión profunda sobre los efectos de judicializar las decisiones políticas.

Nada más conocer el auto que archiva el caso Racing usted señaló que ya ha sufrido una condena de cuatro años. ¿Su partido o el Gobierno le deben algo?

No, no. A mí nadie me debe nada. Los mejores años de mi vida fueron las dos legislaturas que estuve en el Ejecutivo. En todo caso la deuda la tengo yo con ellos.

Entonces, ¿se refería a que ha pasado malos momentos, ajenos a la política, durante el proceso?

Caminar por la calle llegó a ser complicado. Era muy desagradable ir por algunos sitios de la ciudad. Al principio de todo, cuando había más vorágine informativa, sufrí insultos y amenazas. Después de tantos años en la vida pública uno tiene la piel más dura, pero quien lo padeció más fue mi esposa, que me acompañaba en muchas de esas ocasiones. ¿Hasta qué punto los ciudadanos estaban envenenados por un discurso falso? Escuchaban al presidente de su comunidad, a Ignacio Diego, llamándonos a Marcano y a mí de todo menos bonitos. Y los que no tienen elementos para formarse un juicio propio, lo lógico es que no te llamen cosas agradables cuando te ven por la calle.

¿Lo lógico?

Bueno, es una forma de hablar. Mire, llevo en la política desde la universidad, cuando todavía Franco estaba en el poder. Para mí la calidad de la democracia, que se basa en la separación de poderes, siempre ha sido fundamental. Y en este caso he llegado a dudar de la Justicia. Se me hizo muy duro. Pero lo que en su día escribió el fiscal y el último auto me reconfortan. Me hacen sentir de nuevo el orgullo de colaborar para que la democracia tenga más calidad.

¿Se ha sentido defraudado por mucha gente?

Siempre he tenido muy buen trato con los que tienen otra ideología, incluso antagónica a la mía. He mantenido relaciones políticas muy intensas con gente del PP, de la derecha de Cantabria, demócratas con los que no comparto la misma visión. Pero nunca se debe convertir al adversario político en enemigo. Es un matiz importante. Podemos debatir y discutir y llevarnos bien. Pero esa concordia y convivencia se ha quebrado. Hay una estrategia de Ignacio Diego para intentar aniquilar al adversario convirtiéndolo en enemigo. Y eso rompe todo el orden político que había hasta ahora.

¿Tampoco se sintió traicionado cuando el bipartito, tras ganar las elecciones de 2015, aceptó la exigencia de Podemos y Cantur continuó como acusación contra usted y Marcano?

No entendí esa decisión. El Gobierno mantenía la acusación contra sí mismo. Cuando en política alguien tiene un objetivo hay que ceder y demás, pero fue un sinsentido.

El Gobierno se podría haber plantado y no ceder.

El problema es que estaba en juego la gobernabilidad y parece que en ese momento era la única opción... Pero lo de Podemos merece un caso aparte. Tiene un problema con la democracia. Después de un auto que ha llevado cuatro años y que tiene una ingente cantidad de pruebas, salen diciendo que la sentencia no nos exonera del delito, sino que sólo faltan pruebas. Los únicos que pueden dictar sentencias son los tribunales de Justicia, no Podemos.

¿También ha actuado mal contra Salvador Blanco?

Que una fuerza política decida que un dirigente de una empresa publica es un corrupto y condicione el Presupuesto a su cese plantea una exigencia imposible de cumplir para alguien sensato. Es una demanda antidemocrática. Pueden decir que no le gusta su gestión, pero no son jueces, son políticos y diputados, ni más ni menos. Eso sí, en el pecado llevan la penitencia. El pacto que les planteaba una cierta relación de privilegio con el Gobierno se ha ido al garete. Es patético que cuando ya estaba cerrado el acuerdo presupuestario con Ciudadanos, intentasen bajarse del burro para acercarse. Pues mire usted, se acabó.

La imputación le dejó fuera de las listas electorales del PSOE de 2015. ¿Echó en falta más respaldo?

Tenía muy claro que no debía ir en las listas. Ni planteármelo siquiera. Era muy consciente del contexto social y político que existía. Ni se me pasó por la cabeza. No le dediqué ni un segundo. No era conveniente ni oportuno.

¿Al PP sólo le movió la venganza cuando denunció la operación del Racing?

Ese es el recurso del mediocre: Si no les convences, que te teman. En el fondo sólo es eso. El miedo. ¿Pero qué pasa con los profesionales que no son políticos y se han visto afectados? ¿Quién les repara el prestigio dañado? El PP ha amedrentado a los técnicos y funcionarios. Los empleados públicos tienen la seguridad en el puesto de trabajo. Y esa es su libertad. Sólo así pueden ejercer su trabajo con independencia. Ahora hay una cierta parálisis porque la gente tiene miedo, no se atreve nadie a firmar un papel. Los funcionarios deben poder controlar y denunciar al control político. Y ese principio se ha quebrado.

¿Debe pedir perdón el PP?

Tenemos que sacar una lectura para mirar al futuro, no al presente. El PP decidió judicializar toda la vida política en Cantabria. El del Racing sólo es un caso, pero ha habido más. Sodercán, los que han salpicado a Javier López Marcano... y todos los ha perdido el PP. Todos. Han jugado a un juego muy peligroso. Han manipulado todos los poderes de la democracia. No se sabía dónde empezaba el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Se mezclaban entre sí. Esa estrategia no ayuda a la concordia ni a la convivencia ni al debate. Saca lo peor de nosotros mismos. La presunción de inocencia ya no existe en este país. Está claro que hay que combatir la corrupción porque es el principal enemigo de este país. El terrorismo no se cargó la democracia, la corrupción sí puede hacerlo. Pero no se pueden judicializar las decisiones políticas.

¿Estaba preparado para dimitir como presidente del PSOE si el sentido del auto hubiera sido otro?

Sí, por conciencia y porque está en el código de funcionamiento del partido. Independientemente de que no ocupe un cargo público, creo que se debe ser honesto y, efectivamente, hubiera tenido que dimitir.

Y ahora que todo ha quedado atrás, ¿va a exigir a su partido volver a primera línea?

La política se puede ejercer desde muchos ámbitos. Llevo desde los años 70 en esto y ahora soy el presidente del PSOE. Tenemos un reto por delante: el próximo Congreso. Hay mucha faena. Tenemos que ver si somos capaces o no de sacar al PSOE de la situación en la que se encuentra y de volver a convertirlo en una fuerza política con un proyecto atractivo para la mayoría de la sociedad. Y debemos elegir a nuestros líderes. En eso voy a poner todo mi conocimiento, experiencia y capacidad. Debo intentar crear un clima de debate sereno y profundo. No se trata de hacer una cosa rápida. Llevará tiempo y, incluso, si acertamos, no se va a solventar en cuatro días.

En resumen, que no se plantea un regreso al Gobierno.

No, porque además no depende sólo de mí. Tenemos un partido que está en el Gobierno, que tiene que trabajar y hay que ayudarle para que lo haga lo mejor posible.

Ese mismo Gobierno está buscando fórmulas para volver a ayudar al Racing. ¿Es un error?

No conozco los detalles, pero hay que plantearse una cuestión previa: ¿Merece la pena ayudar al Racing? La respuesta es que sí. Es un activo de la región. Nos ayuda a explicar mejor Cantabria.En este mundo globalizado, a miles de kilómetros de aquí nadie nos conoce. Somos muy pequeños. Necesitamos atributos que fortalezcan nuestra imagen, por ejemplo, para conseguir inversiones empresariales. Tenemos al Banco Santander, Seve Ballesteros, Altamira y el Racing, entre otras cosas. Todos los gobiernos, también los del PP, han ayudado económicamente al Racing. Menos el de Ignacio Diego. Ahora la situación es mucho más delicada, pero es bueno buscar operaciones que ayuden al club sin que eso deteriore otras políticas. ¿Cuál es el límite de recursos públicos? ¿Son muchos cuatro millones en cuatro años? Pues mire, el Gobierno de Sieso y el Ayuntamiento de Piñeiro les daban entre los dos 1,5 millones al año. Nosotros sólo lo ampliamos a 2 millones garantizado por diez años.

¿Hubiese hecho la operación igual entonces?

Sí. La operación estaba bien diseñada, el problema es que quién asumió compromisos no los cumplió. Había garantías para seguir adelante con ella, pero en mayo de 2011 llegó otro gobierno y, en lugar de seguir ejecutando el proceso, decidió tomar otro camino. Fue una estrategia política. Yo la puedo criticar, pero no se me ocurre llevarla a los tribunales. Por eso, una de las cosas más importantes que dice el auto es que se estaban juzgando decisiones políticas. Éstas se deben dilucidar en el ámbito político, para lo bueno y para lo malo deben juzgarlas los ciudadanos. Otra cosa es que se vean indicios de corrupción. Aquí el problema es que se han querido meter estas decisiones políticas en el mismo saco de la persecución de la corrupción nacional.

Dice el presidente de Cantabria que en Cantabria no hay corrupción. ¿Lo comparte?

Quiero pensar que se refería a la corrupción generalizada, a escándalos como en Madrid o Valencia. Evidentemente, aquí existen casos, concentrados en la zona de Castro y conectados con la burbuja inmobiliaria. No estamos vacunados contra la corrupción en Cantabria. Puede tener más o menos intensidad, pero no podemos tener una visión amable. Si no la combatimos, va a provocar el desafecto de la gente y eso es un caldo de cultivo para el populismo. Y eso es lo contrario a la democracia. Es el caudillismo, el salvador de la patria... La lucha contra la corrupción debe ser despiadada.

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