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Empiezan a llegar los primeros compromisarios al Congreso Regional del PP, en el Palacio de Exposiciones de Santander.
El PP elige hoy a su presidente en un duelo fratricida entre Diego y Buruaga

El PP elige hoy a su presidente en un duelo fratricida entre Diego y Buruaga

El futuro del partido, fracturado en dos por culpa de una tensa campaña, queda en manos de la decisión que tomen los 975 compromisarios

Enrique Munárriz

Sábado, 25 de marzo 2017, 07:41

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El PP de Cantabria, la formación política con mayor representación en la región, afronta hoy un Congreso decisivo para su futuro. 975 compromisarios serán los encargados de elegir a su presidente en un duelo fratricida entre Ignacio Diego, actual presidente de la formación popular, y María José Sáenz de Buruaga, actual secretaria general. Un enfrentamiento sin precedentes entre el número uno y la número dos del partido que ha fracturado en dos al PP de Cantabria casi dos años después de perder el mayor poder territorial de su historia y de verse obligado a abandonar el Gobierno regional incapaz de pactar con otra fuerza política.

Los militantes se pronunciaron hace ya dos semanas en la primera fase del congreso y se decantaron por el actual presidente por 154 votos de diferencia, una victoria por la mínima, insuficiente, que obliga a que sean hoy los compromisarios 780 electos y 195 natos los que decanten la balanza hacia un lado o hacia otro. Una decisión que, en cualquier caso, obligará a una importante renovación de la dirección regional de los populares porque ambas listas son excluyentes, tras una campaña precongresual cargada de descalificaciones y enfrentamientos. La decisión final, tras un conclave que se iniciará a primera hora de la mañana, está prevista para las 18.45 horas, según el horario inicialmente previsto.

"El que pierda, murió y se va para casa", avisó hace unos días Santiago Recio, coordinador de la campaña del aún presidente del PP y su futuro coordinador general si Diego gana el Congreso. No andaba muy desencaminado. Aunque desde las dos candidaturas repiten en público a diario llamamientos a la "integración" y a "coser el partido" desde el minuto uno después de que se conozca el resultado, lo cierto es que en privado todos creen que habrá muchas bajas o, como ya es habitual escuchar entre ambos bandos, "cadáveres políticos".

En el tortuoso camino hasta el Congreso de hoy se ha quebrado política y personalmente la relación entre ambos dirigentes, creando un cisma en toda la organización y devorando para el futuro el tándem que formaban Diego y Buruaga y que llevó al PP a una mayoría absoluta sin precedentes en 2011; un resultado que se diluyó progresivamente durante los cuatro años en los que los populares ocuparon el Gobierno de Cantabria y que no se pudo repetir en 2015.

Los dos llegan con unas concepciones de partido muy distintas. Diego ha convertido el cónclave en un plebiscito sobre su liderazgo, un duelo a todo o nada, entre la "continuidad" y los "experimentos", entre la lealtad y la "traición". En cambio, Sáenz de Buruaga, que fue su mano derecha durante 13 años y ahora encabeza la principal corriente crítica, apuesta por una profunda "renovación", por tender puentes con otras formaciones para recuperar el poder perdido, de reconectar con la "calle".

La primera pugna entre Ignacio Diego y María José Sáenz de Buruaga se saldó con una victoria mínima e insuficiente del todavía presidente. Ninguno de los dos aspirantes logró distanciarse esos 15 puntos que los estatutos del partido establecen como necesarios para declararse oficialmente ganador. El actual líder consiguió 1.568 votos (51,86%), mientras que la secretaria general logró 1.414 (46,77 %) en una jornada marcada por las acusaciones de fraude electoral, una muesca más en esa ruptura interna que recorre el partido desde las bases hasta la cúpula.

Pero la ventaja de Diego en la votación de los afiliados no es decisiva, a la expectativa del incierto pronunciamiento del millar de compromisarios esta tarde. Él ganó en los municipios más pequeños y en otros con cierto peso como Alfoz de Lloredo, Cabezón de la Sal y Valdáliga, además de en El Astillero, donde fue alcalde y reside, y Castro Urdiales.

Buruaga, por su parte, obtuvo el respaldo de los municipios con más población, como Santander, donde logró el 62% de los votos, Torrelavega (61%), Piélagos (77%) y Camargo (89%).

Esta radiografía, a priori, podría suponer un vuelco en el proceso de hoy, ya que la mayoría de los compromisarios se reparten entre los principales núcleos de población. Aunque los equipos de Diego y Buruaga afirman contar con los votos necesarios para hacerse con la victoria, es imposible hacer un pronóstico. En cualquier caso, se espera un resultado ajustado.

Acida batalla

El PP cántabro ha escrito uno de los capítulos más negros de su historia a la luz de los focos, con el telón subido y regalando la entrada para ver el espectáculo. Una función que, en sólo una semana, tuvo acusaciones de traición, reuniones clandestinas para recabar apoyos y el reconocimiento público de su número dos de que el partido necesita un cambio de liderazgo y de formas de hacer política.

La batalla ha dejado graves disputas abiertas y ha alcanzado incluso a los trabajadores de la sede central del PP de Cantabria, a los que partidarios de Diego acusaron de actuar conforme a los intereses de la secretaria general y número dos del partido.

El futuro de Diego y Buruaga, responsables de la dirección del partido desde hace 13 años, depende de este congreso. Si Diego pierde, se retirará a un rol discreto en la formación, dejará de defender en la tribuna los grandes temas y habrá una remodelación del grupo parlamentario. En ese caso se descarta la continuidad de Eduardo Van den Eynde como portavoz parlamentario. Hombre de la máxima confianza del presidente, ha sido uno de los más críticos con Sáenz de Buruaga, a la que acusó de "traidora" y "desleal" cuando la número dos anunció su candidatura a la Presidencia del partido. Es probable que él dimita inmediatamente, al menos esa es la intención que muestra en privado. A partir de ahí, lo más probable es que tome el relevo Íñigo Fernández. También puede darse el caso de que algunas portavocías cambien de manos, aunque en el PP lo ven menos probable.

Si es Sáenz de Buruaga la derrotada, la secretaria general perderá este puesto y pasará a un segundo plano de dipuada rasa durante los próximos dos años. Lo que no podrán es retirarla de la vicepresidencia segunda del Parlamento. Según el reglamento de la Cámara, ella debe renunciar voluntariamente o perder su condición de diputada para abandonar el cargo.

El rumbo del partido depende de quién asuma las riendas. Las bases eligen entre el PP sin concesiones al resto de partidos y que no está dispuesto a renunciar a los principios que le llevaron a la mayoría absoluta de Diego y el más posibilista de su número dos.

Suceda lo que suceda, el PP saldrá tocado y con heridas difíciles de restañar. Una batalla que casi con toda seguridad se trasladará después a las Juntas Locales.

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