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Los jugadores del PSG celebran el 4-0 con la afición del Parque de los Príncipes
El Parque de los Príncipes se rinde a Emery
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El Parque de los Príncipes se rinde a Emery

Naufragio absoluto azulgrana en un baño antológico del PSG del técnico vasco, discutido por los malos resultados en la Ligue 1

Rodrigo Errasti Mendiguren

Martes, 14 de febrero 2017, 23:13

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Hoy Unai Emery es un genio en París. El mejor partido del PSG en toda su historia en la Champions, ante el Barcelona de la MSN, le han encumbrado. Un baño para borrar todo rastro del barro con el que ha tenido que convivir desde que llegó a Francia. Al PSG, casi cansado de ganar ligas domésticas, ya sólo le vale soñar con la Champions League. Hace tres meses le caían palos por todo: los resultados en la Ligue 1, por su manera de expresarse en francés, por el fichaje de Jesé... Incluso hace solo unos días le cuestionaban hasta que su ayudante, Carcedo, diera en un tono muy alto las instrucciones desde la banda. Pero un sólo partido, los 90 minutos de esta ida de los octavos de final, han borrado de un plumazo las dudas.

Nadie habla ahora de sus estadísticas ante el Barça, que eran de un sólo triunfo en 23 intentos. El vasco está acostumbrado últimamente a convivir con el escepticismo de septiembre a febrero y a disfrutar en mayo. El PSG siempre había tenido individualidades pero quizá Emery le ha concedido una estructura de equipo nunca vista. Ante el Barça, que por momentos pareció firmar un fin de ciclo, ofreció la mejor versión de su historia. Fue un PSG de músculo y presión que llenó de inseguridad a un Barça timorato.

Emery, que tuvo en Sevilla el reconocimiento en forma de títulos que no tuvo en Valencia, sabe que no vale con ser muy bueno. A este nivel no. Debes ser intenso y ordenado. Nada de eso fue el Barcelona en el Parque de los Príncipes ante un rival que le planteó un partido muy físico, en el que Verratti, flanqueado por Rabiot, puso la diferencia. Ellos solos fueron capaces de generar las innumerables ocasiones de gol locales.

Porque, antes de que Ángel Di María marcase de golpe franco, había sido Ter Stegen el que evitó que la sangría empezase mucho antes. Entre otras, sacó un mano a mano a Draxler pero no pudo evitar que después le fusilase desde cerca. Es curioso, porque ese 2-0 arrancó de un balón que Rabiot robó a Messi para que Verrati dejase al alemán ante su compañero de la selección. Ya suma 5 goles en sólo 8 partidos con el PSG, al que llegó por Jesé.

Gomes y el fantasma de Jose Mari

La pregunta sobre qué le pasa al Barcelona no es nueva. No ha rendido en muchos partidos de esta temporada, pero los resolvió gracias a Leo Messi, en general, y otros, en particular, por el acierto de Luis Suárez o Neymar. La falta de elaboración del Barça ya parece crónica si no está Iniesta. En París el manchego estaba en el césped, pero el PSG lo anuló con fuerza y velocidad. Lo cierto es que, con Sergio Busquets cada vez más fundido físicamente, echa muchísimo de menos al Rakitic equilibrador que pisaba las dos áreas. Luis Enrique ha decidido relevarlo de modo incomprensible por André Gomes. El luso es un jugador sin alma y perdido en el campo que ha conseguido hacer peor al 5 culé, al que Matuidi y Di María le hicieron mucho daño a su espalda en París. El '21' deja desprotegidísimo al hombre clave del centro del campo catalán.

André Gomes seguramente quedará marcado por su hora de juego en París, como quedó José Mari García Lafuente en un duelo en el mismo escenario con el último Barça de Johan Cruyff en 1995. El riojano llegado de Osasuna, que luego brilló en el Betis y Athletic, marró una ocasión clarísima ante Lama que condenó a su equipo (que en ese momento iba 0-1 tras el 1-1 del Camp Nou), eliminado después tras un tanto lejano de Guerin en un disparo que Busquets, padre, pudo hacer mucho más, como el de Raí. 22 años después dndré se plantó ante Trapp para empatar y falló de manera estrepitosa, como Jose Mari. Ese tanto al menos podría haber concedido alguna opción antes del descanso.

Cavani también acierta

El baño era absoluto pero la duda era si el PSG iba a aguantar el ritmo infernal del primer tiempo. Lo hizo, le puso la misma pasión para liquidar al Barça. El tercero llegó sacando de portería el meta Trapp. La bola pasó por seis futbolistas locales sin que la robase nadie de los visitantes hasta que llegó el zapatazo ajustado de Di María, que superó la tímida presión de Iniesta. El argentino, que como Cavani cumplía años, demostró su amor por el golpeo de interior para desatar la locura entre su afición.

Di María se fue, tras su doblete, y entró Lucas para no rebajar el ritmo. Su presencia en las contras podía ser letal, pero estuvo chupón para suerte azulgrana. El que tras mucho intentarlo acertó fue Cavani, que celebró su treintena con un gol muy deseado. Luis Enrique, con todo perdido, no tuvo arrojo de agitar mucho el árbol, mantuvo a su tridente en el campo y metió a Rakitic junto a Rafinha pero su mejor ocasión fue a balón parado, en un cabezazo de Umtiti al poste. El 4-0 de París recuerda al vivido en Atenas, aquel ante el Milan de Capello y que supuso la destrucción del Dream Team de Johan Cruyff en 1994.

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