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Óscar Fernández se lamenta tras enviar un balón al larguero en el tiempo de descuento.
El Racing descarrila en El Toralín
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El Racing descarrila en El Toralín

El equipo cántabro, frustrado, pierde el liderato y la imbatibilidad ante la Ponferradina de Pedro Munitis

Sergio Herrero

Domingo, 23 de octubre 2016, 16:36

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En el verano de 1486 los Reyes Católicos desplegaron su artillería ante el castillo de Ponferrada para desalojar a un Rodrigo Enríquez Osorio segundo Conde de Lemos que se había hecho fuerte tras las murallas y se negaba a abandonar el lugar. Al final, como era de esperar, el ejército real, con unas 600 lanzas y más de 5.000 soldados, echó abajo el reducto berciano. El medievo quedó atrás y ahora las batallas, mucho más sanas, se han trasladado a los campos de fútbol. El castillo templario quedó para el turismo; y las tropas, en Ponferrada, se despliegan sobre el césped de El Toralín. A Pedro Munitis, estandarte del racinguismo, le han puesto de general en el feudo leonés y, qué casualidad, le tocó idear una defensa con el, hasta ayer, enemigo más temible del campeonato. La defensa se convirtió en ofensiva y el Racing sucumbió y se dejó el liderato en su visita a la Ponferradina. La aparición de la mascota local fue un aperitivo de lo que se iba a encontrar el equipo de Ángel Viadero. Depi es la torre de una fortaleza. El Racing falló en un asedio que, finalmente, nunca existió.

Y es que, aunque a Munitis ni siquiera le ha dado tiempo a darle forma a su equipo en apenas unos días, el efecto del nuevo inquilino en el banquillo se hizo notar. En El Toralín se vivieron las mismas sensaciones que el 8 de marzo de 2015 en los Campos de Sport, cuando el del Barrio Pesquero llegó para intentar salvar al Racing de la caída al pozo en el que vive. El equipo cántabro, que penó por la Segunda durante toda la campaña, aquella tarde se comió a Osasuna (2-0). Jefe nuevo en la oficina y todos con las orejas pinadas. Aquel subidón fue tan efervescente como una pastilla para el dolor de cabeza. En esta ocasión, quién sabe si será igual, pero, de momento, al Racing, su Racing, le ha costado una buena cefalea.

Son las cosas del caprichoso fútbol. El entrenador que se marchó en junio de Santander por la puerta de atrás tras el fracaso final en la lucha por el ascenso, ayer hizo descarrilar a un líder que venía lanzado. El santanderino se cobró su pequeña venganza. Su convecino y ahora sustituto en El Sardinero, Ángel Viadero, se mantuvo fiel a su estrategia. Da igual el campo de batalla o el rival a batir. La idea siempre es la misma. La única sorpresa fue la inclusión de Laro en el once como extremo derecho. El canterano debutó como titular en uno de los encuentros más esperados de la temporada. No tuvo mucha suerte en un choque en el que los talentosos tuvieron poco espacio para brillar. Para los racinguistas, tan familiar era la táctica racinguista como la elegida por Munitis. El del Barrio Pesquero tiró en su debut de su sistema de cabecera. El híbrido que tantas veces vistió la pasada campaña de verdiblanco: un 4-4-2 defensivo transformado en 3-5-2 en ataque.

Al Racing, otras veces cómodo en un papel especulativo, ayer las costuras le hicieron llagas. La intensidad berciana, la fuerte presión, la dureza local en ocasiones y el diferente baremo del colegiado extremeño empujaron a los verdiblancos hacia una espiral de precipitación e imprecisiones que no llevaba a ninguna parte.

Sin ocasiones

Los cántabros apenas se acercaron a la meta local. Un mal síntoma. Salió perdiendo prácticamente de cada duelo y ni siquiera los dos balones enviados a los palos hicieron creer que un resultado diferente era posible. Las sensaciones no acompañaron. Un tiro de Laro que golpeó en un defensa y se marchó manso a las manos del meta leonés fue el escaso bagaje racinguista antes del descanso.

También es cierto que, con el malestar verdiblanco sobre el terreno de juego incluido, Iván Crespo tuvo muy poco trabajo en la primera mitad. La mejor opción de la Ponferradina llegó en un saque de falta al segundo palo que superó a una nube de jugadores y le cayó a Figueroa. El delantero local no acertó a rematar y Córcoles despejó a un metro de la línea de gol. Se quedó en un susto.

Ángel Viadero, que volvía ayer a Ponferrada después de una agría salida del conjunto berciano, intentó cambiar la dinámica del encuentro colocando a Laro en la mediapunta, con la esperanza de que el santanderino entrase más contacto con el balón, dejando a César Díaz la banda derecha. Pero la variante tampoco causó efecto y, al final, el descanso casi fue la mejor opción para que el Racing cambiase sus sensaciones iniciales en El Toralín.

Si el Racing tenía que asaltar la fortaleza de El Toralín debía hacerlo con mucha más paciencia, olvidando la precipitación y midiendo mucho mejor los tiempos, porque darse de cabezazos contra una pared no es una opción viable para ganar a un rival del mismo tamaño aunque la clasificación ahora mismo diga lo contrario.

Tras el descanso, cuando parecía que las fuerzas se igualaban, apareció el extremo zurdo Abel Moreno, que le hizo un roto al Racing. Munitis le convirtió en el Migue García de la Ponferradina. Primero envió un balón al corazón del área que Figueroa remató a la primera de tacón y la pelota se marchó rozando el poste. Poco después, un disparo del propio protagonista lo repelió Iván Crespo con muchos apuros. A la tercera, fue la vencida. Moreno mandó una pelota al segundo palo y Chavero, con un gran remate, incrustó el balón en el fondo de las mallas.

El hasta entonces intocable líder, quedó a merced de un rival que resucitó a tiempo. La necesidad del empate no ayudó al Racing. Y eso que Bontempo, casi sin quererlo, estuvo a punto de empatar en un disparo lejano y con poca fe que se estrelló en el poste por un exceso de vista del meta Dinu. Figueroa pudo matar el partido, pero Iván Crespo desbarató una gran ocasión. Y cuando los cántabros jugaban ya a la desesperada en el tiempo de descuento, con Samuel Llorca haciendo de ariete contra la portería de El Toralín, un remate de cabeza de Óscar Fernández se topó con el larguero.

Fue la viva imagen de lo vivido por el Racing ayer en Ponferrada. Frustración. Evidentemente, la primera derrota tenía que llegar. No todo el monte es orégano. El equipo cántabro, descarrilado en El Bierzo, se dejó el liderato y la condición de invicto en el andén. La Cultural Leonesa, próximo rival verdiblanco, toma la delantera en la vía del campeonato, una condición que se pondrá en juego el próximo sábado en El Sardinero. Allí donde el Racing sigue sin fallar.

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