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Íñigo de la Serna, ministro de Fomento.
La derrota del Gobierno en el decreto de la estiba aflora las dudas sobre la legislatura

La derrota del Gobierno en el decreto de la estiba aflora las dudas sobre la legislatura

La Moncloa y el PP temen que sea el preludio de una inestabilidad parlamentaria permanente que obligaría a adelantar las elecciones

ramón gorriarán

Jueves, 16 de marzo 2017, 21:39

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La derrota sufrida por el Gobierno de Mariano Rajoy en el Congreso con el decreto ley de reforma del régimen laboral de los estibadores no solo tiene un efecto sectorial sino que ha reabierto la incertidumbre sobre la estabilidad gubernamental y la duración de la legislatura. El revés ha dañado el acuerdo del PP con Ciudadanos y ha demostrado al Ejecutivo que no puede contar con el PSOE, las dos premisas con las que cuenta Rajoy para gobernar cuatro años con el PP en minoría.

Las caras de algunos ministros y diputados del PP tras la votación que tumbó el decreto eran un poema. El Gobierno no sufría semejante afrenta parlamentaria desde los tiempos de Adolfo Suárez. Ningún presidente ha pasado por ese trago porque los decretos leyes se llevan al Congreso con mayoría absoluta o muy pactados con la oposición por la urgencia de su aplicación. Hasta el miércoles por la noche, el Gobierno y el PP creían tener posibilidades de sacar adelante su decreto porque contaban como seguros los 174 votos de sus diputados, los de Ciudadanos y los del PNV, que pagó su primera letra por el respaldo popular a los presupuestos del Gobierno vasco. Ese respaldo con alguna ausencia en la oposición o algún arreglo de última hora permitiría aprobar el texto.

«Hasta tres veces nos dijo que sí Ciudadanos», se quejaba hoy un diputado popular dolido y sorprendido por el cambio de postura a última hora de los de Albert Rivera, que se abstuvieron y no quisieron ser solidarios en la derrota con un socio que, a su entender, les ha maltratado en estos cuatro meses de legislatura además de incumplir el acuerdo de investidura.

En vista de que la derrota estaba asegurada, algunos ministros y diputados populares plantearon a primera hora la retirada del decreto y convertir el texto en una proposición de ley del PP, una transacción que requería el apoyo de otros grupos parlamentarios, pero los socialistas negaron su auxilio sin contemplaciones. La retirada, además, contaba con el rechazo del ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, impulsor y negociador del decreto. Al final y en medio de idas y venidas, Rajoy ordenó seguir adelante con al trámite y encajar la derrota, aunque fuera una expresión palmaria de la debilidad parlamentaria del Gobierno y del partido que lo sustenta.

Una falta de poderío ante los retos de la oposición que los populares han paliado estos cuatro meses como han podido. Unas veces con la presentación de vetos a las iniciativas legislativas que ven perdidas de antemano. La Moncloa ya ha recurrido más de una veintena de veces a su facultad constitucional de impedir la tramitación de propuestas legislativas que alteren el equilibrio presupuestario. La oposición ha rechazado en la Mesa del Congreso varios vetos y el Gobierno ha planteado un conflicto de atribuciones ante el Tribunal Constitucional que está por resolver. En otras ocasiones, el Ejecutivo y el grupo popular no han tenido más remedio que asumir la derrota, como en la creación de algunas comisiones de investigación, o ceder para satisfacer las exigencias opositoras, caso de la subida del salario mínimo.

Los Presupuestos

Pero la derrota de hoy con el decreto ley es algo más que una contrariedad del juego parlamentario y ha encendido las alarmas y despertado las suspicacias. Aunque no lo creen probable, en el Gobierno surgieron las dudas sobre si este comportamiento de Ciudadanos se puede repetir con los Presupuestos de este año. Populares y liberales tienen un acuerdo avanzado sobre el proyecto de cuentas, pero su aprobación pasa por la misma tesitura que el decreto de la estiba. El proyecto contaría con el voto de PP, Ciudadanos, Coalición Canaria y con el probable apoyo del PNV, al que tendría que sumarse algún auxilio de último momento, como el diputado de Nueva Canarias aliado con el PSOE.

De no lograr construir una mayoría de al menos 176 diputados, el Gobierno tendría que prorrogar las cuentas de 2016. Un escenario que no quita el sueño a Rajoy porque cuenta con las herramientas básicas (techo de gasto y objetivos de déficit pactados con los socialistas) para manejarse este año. Pero el gran temor de los populares son las cuentas de 2018, cuyo techo de gasto tiene que aprobarse en junio, apenas una semana después que salga elegida la nueva dirección del PSOE en el congreso que celebrará ese partido el 17 y 18 de ese mes.

Esa ejecutiva es posible que esté encabezada por Susana Díaz o Pedro Sánchez, que a día de hoy tienen las mejores cartas, y el PP cree que Rajoy no puede contar con ninguno de los dos para los presupuestos de 2018 porque se encontraría con una negativa, como ha ocurrido con el proyecto de este año. Pero no sería solo con las cuentas, los populares se malician que la oposición del PSOE una vez superada la etapa de la gestora sería inmisericorde y bloquearía todas las iniciativas gubernamentales.

El presidente del Gobierno, aventuran en círculos del PP y coinciden fuentes socialistas, tendría con ese escenario un relato de derrotas con el que podría justificar de forma razonable un adelanto de las elecciones ante la imposibilidad de gobernar con socios fiables y con un Parlamento en el que la oposición sería mayoritaria y, sobre todo, contraria a cualquier tipo de colaboración.

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