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La Duna no tiene quien la cuide

La Duna no tiene quien la cuide

A pesar de los últimos actos vandálicos, Ayuntamiento y Puerto de Santander no se ponen de acuerdo sobre la vigilancia de la zona

Ana del Castillo

Domingo, 19 de marzo 2017, 08:13

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A principios de este mes de marzo, la infraestructura estrella del Mundial de Vela y del Frente Marítimo de Santander volvió a ser víctima de actos vandálicos. Amaneció con pintadas, grafitis y con los cristales del almacén del Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) rotos. ¿Quién es el responsable de que no haya control en la Duna de Zaera y en el Dique de Gamazo? Todos y nadie. Tanto el Ayuntamiento como el Puerto de Santander echan balones fuera y alzan el dedo acusatorio en dirección contraria. Durante el día cientos de vecinos y turistas 'custodian' la zona, pero al caer la noche nadie se hace cargo y se convierte en un improvisado lugar de botellón, aunque se cierre al público a las 22.00 horas.

El Consistorio se encarga de la vigilancia en zonas abiertas al uso público, "pero por la noche queda cerrado y ya no hay uso público", explican fuentes municipales. La Autoridad Portuaria es la responsable de cercar el acceso al recinto del Dique de Gamazo mediante vallas, pero, según informan desde ese organismo, "el edificio de la Duna es una concesión otorgada a la Real Federación Española de Vela y la vigilancia en la zona corresponde al Ayuntamiento de Santander". Casualmente, en alguno de los despachos del Consistorio de la capital cántabra, según fuentes municipales, se ha hablado esta misma semana de la intención de "colocar un cierre en el acceso, donde se han roto los cristales y están las pintadas para evitar en la medida de lo posible el acceso a la zona y que se produzcan nuevos desperfectos".

'La Caseta de Bombas' confía en abrir en junio

  • bar-restaurante

  • La familia Zamora, dedicada a la hostelería en Cantabria, ha recibido esta semana el visto bueno de Madrid para instalar un "lugar de referencia" en la región. Un restaurante de estilo marinero con capacidad para 60 comensales y 20 mesas de madera, "largas y pequeñas", donde se servirá carne de Cantabria y pescado de la lonja de Santander. "Cocina tradicional de la tierra", puntualiza Carlos Zamora. Por supuesto, también habrá "rabas y anchoas".

  • En este establecimiento que llevará el mismo nombre del edificio, La Caseta de Bombas y que esperan esté abierto "a finales de junio", se dará ese cara a cara con el cocinero que tan de moda se ha puesto en el sector hostelero. "Mientras se toma algo en la barra se podrá ver cómo se prepara el besugo, el rape y la carne ecológica de nuestros pastores".

  • Historia y gastronomía se fusionarán en este local con un presupuesto de obra de 280.000 euros que conservará el origen, respetando el "centro de interpretación, las maquetas de barcos marineros, fotografías del pasado de San Martín...".

  • ¿Asequible al bolsillo de todos los cántabros? "Sí. Se podrá comer el pescado del día o piezas especiales. Tendremos precios muy económicos y en consonancia con la ciudad. Será un sitio donde no sólo se sirva solomillo, sino otro tipo de carnes más baratas como churrasco, filete, costillas...".

  • Desde el restaurante "se verán las montañas donde pasta el ganado. Polaciones, Reinosa... Se podrá saborear la historia de la ciudad".

Mientras, el CEAR Príncipe Felipe responsable de arreglar los daños se encuentra en estos momentos como un barco a la deriva. La Federación Española de Vela está en pleno proceso electoral y no hay capitán que dirija el Centro. Y si lo hay, no puede ponerse al teléfono. Por lo menos "hasta el 30 de marzo, día en el que se nombrará nuevo presidente. Hasta entonces no hay nadie que pueda hacer declaraciones", explica la Escuela.

Desde que se inauguró la Duna en 2014 se han acometido diversas reparaciones en las tablas de madera sintética, "la mayoría de las veces por parte de la empresa que ejecutó la obra, al tratarse de defectos en la colocación", explica el Ayuntamiento. También se han realizado actuaciones a cargo de talleres municipales, ajustando y colocando tablas nuevas y reparando puertas de registros de cuadros de luces "por valor de unos 2.000 euros". El Consistorio sacó de las arcas públicas 4,8 millones para hacer realidad la Duna de Zaera y recuperar el Dique de Gamazo, la mayor partida del Mundial de Vela. Los balances que se hicieron públicos en 2014 divulgaron que 700.000 espectadores estrenaron la zona durante el Mundial. Bombo y platillo para una infraestructura que supuso la apertura de la ciudad al mundo y que hoy no tiene quien la vigile.

La Autoridad Portuaria vuelve a insistir, esta vez con papeles oficiales en la mano: "Según el artículo 8 del convenio del 28 de septiembre de 2016, firmado entre la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento respecto de las áreas de dominio público portuario y bienes patrimoniales de la Autoridad Portuaria situados en el casco urbano de la ciudad, la vigilancia, policía y control de los usos y actividades no portuarios corresponderá al Consistorio, tanto en la zona de dominio público como en la zona patrimonial". Y el Ayuntamiento contraataca con un mapa. El color rosa corresponde al Puerto de Santander y el verde al Consistorio. "La parte de la Duna está en rosa", dicen fuentes municipales.

Mientras tanto, Gamazo espera el último trámite que queda pendiente para construir un bar-restaurante en la Caseta de Bombas. Esta misma semana la familia Zamora, propietaria del Grupo Deluz y ganadora del concurso público, ha recibido la concesión oficial del Ministerio, así que sólo queda la licencia de obra por parte del Ayuntamiento. "Creemos que pronto comenzarán la actuación porque están listos todos los trámites", explica el chef y empresario cántabro Carlos Zamora. "Será un asador", dice su hermana Lucía.

Tras dos años de espera desde que se celebró el concurso, "nos hace mucha ilusión recibir luz verde para acometer el proyecto, porque es un espacio importante para la ciudad. Tenemos el compromiso de hacer las cosas muy bien para que este establecimiento sea un lugar emblemático para la ciudad". El restaurante "abrirá todo el día". Quizá sean ellos, los propietarios y los comensales que salgan de cenar, los que pongan el ojo sobre la Duna.

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